Tras pasar por el Festival de teatro de Almada, Portugal, aparece esta crítica:
Que en castellano viene a ser:
Este espectáculo es una verdadera lección de teatralidad, con sólo dos actores: uno narra una historia y el otro responde con su instrumento musical, el acordeón. Estos dos actores incorporan en sus figuras personajes que tienen en sí mismas la imagen de payasos, de mimos, de marineros curiosos, recién desembarcados en un espacio que evoca una pista de circo poblada por varios objetos: un cilindro de mago, un aparato de gimnasia (el caballo), un gran sombrero de sol donde pueden prenderse moldes minúsculos que representan instrumentos musicales, un maniquí que después será vestido con proyecciones gráficas, un baúl que después de abierto se transforma en telón de fondo - en fin, un universo de objetos que acaban por ser envueltos en las historias del actor fabulador y su compañero de orquesta.
¿Dónde está la lección de teatralidad? Está en la habilidad para jugar con las palabras o incluso con las historias manipuladas, que se convierten en bolas coloridas que adquieren el valor de palabra por la forma en que se voltean, mientras el actor se exhibe como un hábil malabarista. Está en la capacidad de desmontar la lógica de un discurso y volverlo lógico nuevamente. Está en la capacidad para dar a los movimientos el ritmo de las revueltas. Está en la capacidad para interactuar con el público, hacerlo cómplice del juego, transportándolo a un sentimiento feliz de infancia.
El autor, o mejor dicho, los autores, no tuvieron la ambición de ofrecernos un espectáculo de contenidos herméticos, no hicieron un espectáculo para los paladares de los severos pseudo-críticos. Sólo quisieron jugar a ser hacedores de teatro, utilizando los materiales de la comunicación (palabras, sonidos, imágenes, ritmos, acciones) para contar historias populares e infantiles con el gusto por la teatralidad y la creatividad que se alimenta de la fantasía y la habilidad manipuladora.
Y el público supo apreciar con los "teatrantes" presentes el verdadero gusto por el teatro...
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